sábado, 19 de septiembre de 2009

MADRID, LA NOCHE EN BLANCO



UKHUPACHA,
(“mundo de adentro” en quechua),
WAYNA PICCHU, “Cima joven” en quechua:

NORA ALARCON

La poesía de Nora Alarcón pertenece al fuego: es ahí en donde está en su elemento y se encuentra a sus anchas.
Pero no se trata del fuego de una hoguera; ni es el de una lumbre; no es el fuego del hogar, ni el purificador, ni el destructivo como la llama de los incendios que se propaga arrasándolo todo a su paso, sino que se trata del fuego de la antorcha que en este caso no se conforma con estar en el pebetero sin antes ser llevada además para iluminar, (más que con su luz clara con el resplandor de su oscura sombra reflejada en el papel blanco), elcamino, un camino de iniciación, hasta quedar prendida en otro fuego definitivo, como el astro solar. Sólo que la paradoja está en que para ser apagado un fuego tan sagrado bastaría con un simple soplo de viento; así que la epopeya del ser humano está en conseguir que este fuego, en cierta medida más fuerte que él, pero expuesto a extinguirse con un solo soplo de brisa, como a morir por un estornudo, no fenezca. Paradoja que también insiste en que ese viento que amenaza con una ligera ráfaga al fuego sagrado, el que ilumina, el que da vida, ese aire, digo, también aventaría al fuego, en el caso de los incendios haciéndolo incontrolable, y por tanto catastrófico. En este frágil equilibrio, pero que es el más seguro para alcanzar la sabiduría, se encuentra la poesía de Nora Alarcón: fuego sagrado que puede ser apagado de un soplo, o convertido en incendio, antes de llegar a su destino. Esta es la conciencia de esta poesía que oscila desde la llamarada al reflejo de la antorcha olímpica de una peruana griega.

FUEGO QUE DEBE SER PRESERVADO DE LOS GOLPES DE VIENTO PARA QUE NO SE APAGUE: éste es el cuidado que lleva Nora Alarcón, a la que posee la oscura intuición de que una vez apagado jamás podrá ser reanimado; difícil misión la de su preservación, cuando es el fuego (que también puede ser apagado por la velocidad) de una antorcha que porta un jinete, a caballo, veloz por un universo enraizado en una naturaleza muy rica y tupida que jamás permitirá ser conquistada sino observada de cerca, y eso solo en algunas ocasiones, como sucede en el caso de los palacios ocupados por los reyes, los cuales todavía se muestran menos que los templos destinados al culto de los Dioses.
Naturaleza poderosa que sólo ha permitido la visita de los científicos cuyo método invita a la modestia, como Von Humboldt o José Celestino Mutis, que regresaron luego al mundo de los demás trayendo sus bellos herbarios.

Pues es así también la poesía de Nora Alarcón, como un exótico herbario, ascendiente de nuestras telas
estampadas, la cortina del sol del Inca, pero también del Siglo de Oro español, del Garcilaso que sueña en la Mezquita de Córdoba.

Pues tiene está poesía una extraña vitalidad que en parte ha decaído en nuestro mundo actual.

¿Tiene más fe en su propia fuerza, o no la necesita siquiera de tan a flor de piel que está, tan a flor de palabra?

No necesita de la fe aquel para el que nada está oculto, como sucede en el caso de Nora Alarcón.

No hay videncia en su poesía, sino una extraña y original evidencia.

Y nos llega con el espíritu formidable de las vanguardias suramericanas, hermanándose con Carlos Oquendo de Amat, espíritu de vanguardia de principio de siglo, aunque de otro siglo; por que si hay algo de lo que Nora Alarcón es, es de este siglo actual, esta hermana-nieta de los grandes poetas de la vanguardia suramericana.

¿Duerme durante el día N A, vive por la noche?
No lo creo, no hace una vida diferente de la de las demás personas, no vive alejada de la realidad, de la de
nuestro tiempo.

¿En que consiste su originalidad? En que no cansa.

¿En qué consiste su aportación a la poesía? En versos nostálgicos como las almas eslavas, pero del
poema en prosa: el poema es el jinete y la palabra como un bello ejemplar de raza, educado en el puro arte de versificar al que obedece con gusto, pero sin perder el imponderable de su propia naturaleza, el original del alma encerrada en algunos seres muy bellos, pero que no son humanos como el caballo.
Pues así es la palabra para Nora Alarcón, y la poeta el centauro: Centaura.

En Madrid, a cuatro de Julio del año de gracia de 2009.

María Antonia Ortega