lunes, 4 de diciembre de 2006


Escribo desde el latido de mi raza desde este inquebrantable amor a la libertad, desde la nostalgia de aquellos laceadores de toros bravos y aquellos caballos pasaviento. Ahora extinguidos. Desde la soledad musical de las llanuras que son el punto de partida de la vibrante y heroica sinfonía, de la bravura de los morochucos con las resonancias y el aliento que agitó el viento de borrasca y de libertad que batieron las banderas por la independencia americana del imperio español.



JINETE

I
Este viento es un delirio
Resplandece en espuelas
Ánima de todos los tiempos
En noches de presencias
Con extrañamientos de fuego
La música fulminaba al silencio

Este viento visita mundos
de carbón suicidas al rojo vivo
en escalofrío eterno

Tenías que disiparte en las tormentas
Jinete de la soledad

No volverás te esperan ajenos ruedos
Toreas otras vidas
entre el presagio
de algunas cornadas.

II
A galope descampado
cruzaba los parajes
en busca de su artista del color
y lo halló en el fondo
del barranco

Olvídate de las razones de Dios
en la inmensidad de las alturas
y del eco entre las lluvias

Es la soledad la que mata
A la orilla de los fuegos más candentes

Salto a mi caballo, no me interesa
como los ruiseñores cantan a lo lejos
que nos toca vivir más allá de la muerte.


ERA UN CRISTAL

...Y se vio en mil trozos
Con sus sueños invadidos de reflejos
( adonde viajaré cuando los segundos me ahogan
reunir los colores en una fogata
pensaba el cristal y no podía olvidar)

Vuelve en sauce, molle, eucalipto
Tara, alyso o chilca.......pero vuelve
Ahora que los leños arden en la nada
Mira que las horas se hicieron polvo

Te disipas antes de empezar
¡Lumbre, lumbre que nunca llegas¡
...Y este pecho te espera una eternidad


HUK QISPIM KARQA
(ERA UN CRISTAL)

Waranqapi ñutusqam rikukura
Musquyninkuna waqchikunawan intusqa
(maymanraq ripusaq chika mita hiqipachiwaptin
Rawraq chipapi pawkarkuna quñuytam
Munarani qispipi mana qunqayta atispa)

Sawsipi, mulli, yukalitupi, tara,
Alisu, chilkapi kutimuy... kutimuy chayqa

Kunan mana imapi yantakuna rawraptin
Qaway urakunam allpayarunku
Manaraq qallarichkaspam waspirunki

¡ Mana haykappas chayamuq nina ¡
... Kay qasqum wiñawiñay suyasunki.





CRISTAL VS JINETE

Salí a buscarte por los horizontes del tiempo y sus caminos. Y hubo muchas lluvias infinitas en mi alma, con el amor en lejanía. Que a veces de tanto destellar se agotó de la ausencia. Hubo cabalgatas entre paso, trote, galope y salto, mientras Cristal me susurraba las más bellas historias al oído. Ahora, sólo son recuerdos en los manantiales de las nostalgias más queridas. Amazona de la ilusión, eras el destello, el lucero de la mañana. Tu inventaste los rayos de sol en tantas vidas. Buscamos la eternidad, lo sagrado, lo absurdo… y lo perdemos todo.

Una noche inventamos este cáliz de amor entre relinchos de potros, mientras la lluvia nos mojaba cerca de la cumbre de un cerro y yo fui a buscarte en mi caballo pasaviento. Ahora que los días se evaporan, guardo como un tesoro tu brillo y vientre sagrado y tus estallos de morir sin morir entre mis brazos. Tengo retenida a la hembra y su alma en una lágrima y una canción luego de las cenizas. Pareciera una traición ahogar un amor en pleno vuelo, entre las llamas de la vida y la muerte.

Cristal de la soledad, de cabellos castaños radiantes al sol, bajo el sombrero negro ya percibes que el sol se aproxima al ocaso y empieza el silbido del viento en los oídos…
Los tres mejores caballos van a la partida. Es la carrera final. Parece que no hay mejor jinete. Todos lo son, incluidas las chicas. Un potro pasaviento toma la delantera, se aproxima a la meta, se ve la felicidad en el rostro del jinete. A pocos metros el caballo resbala, da un volatín con el jinete al cuello y lo aplasta. El animal se levanta en el acto. El jinete está tendido de espaldas al suelo. No se queja, pero hay distancia fatal en sus ojos. Cuatro amigos lo cargan sobre un poncho desde el cerro hasta su casa, cerca de la pequeña iglesia. En el anochecer rápido de los Andes se desvanecen las emociones, y con ellas las personas y aparece Cristal, aquella amazona viendo el final de un sueño que la llevaría a otras pampas lejos de Cangallo y otros parajes insoñados.

Cristal construye un destino nuevo bajo miles de caras… y aunque este abismo sea insondable, y te devore un amor convertido en silencio… vuelve a nuestros carnavales, al Toro Velay a cantar los harawis. Vuelve como cuando enlazábamos los toros en las tardes de las fiestas de la Virgen de Asunción.

Nos encontramos por los horizontes del tiempo y sus caminos. ¿Donde empieza o donde termina nuestra patria? si no entre los acordes de nuestras guitarras, charangos, arpas, violines y nuestro canto en este pueblo, donde amanecer y atardecer parecen sin límites. Donde el sol atraviesa mi pecho para alumbrarte. Para transitar esta llanura ya no basta la eternidad. Por todas las luces vuela. Atraviesa los océanos… ya pasaran las lluvias.


EL CABALLO PASAVIENTO

No se sabe si este legendario caballo, usado por los morochucos, bravos jinetes de los Andes ayacuchanos del Perú, fue bautizado pasaviento o cortaviento siglos atrás. Cuando los almagristas perdieron la batalla de Chupas en 1542, fueron declarados apátridas por la corona española. Sus descendientes mestizos quedaron en las Pampas de Cangallo con su único tesoro, el caballo árabe, que con el paso del tiempo se redujo en tamaño, y algunos de ellos mantuvieron el temperamento brioso que traían desde épocas bíblicas.

Posteriormente y debido a las condiciones climáticas adversas de la puna, algunos morochucos recurrieron al abigeato para sobrevivir, hasta hace algo más de una década, utilizando este caballo para asolar algunas comunidades indígenas. Lamentablemente, en la actualidad se han extinguido. El último ejemplar, llamado Vientucha, fue visto en Pampa Cangallo en 1998, pertenecía a los hijos de uno de los últimos abigeos carismáticos, el Volcán Víctor De La Cruz. Al parecer fue robado por unos cuatreros huancavelicanos y posteriormente llevado a los Estados Unidos.

Este caballo era estrictamente entrenado en noches de luna, salvando obstáculos naturales como pequeños barrancos, riachuelos y paredes de corral. De día sólo podía ser visto en épocas de fiesta, como en los carnavales, donde eran los campeones en las competencias de carrera. Hasta ahora muere uno que otro jinete cada cierto tiempo. Se le podía reconocer cuando, llevando a su amo, bailaba en círculo cerrado contra reloj con un frenillo que le sujetaba entre la mandíbula y la cincha del pecho, pasando entre los brazos. El frenillo era desglosable y se soltaba sólo en situaciones de peligro extremo, entonces el caballo entendía que estaba autorizado para matar.



Nota: A veces sucedía que los abijeos podían sorprender, entonces se daba el Qayaku, un llamado a los indios y ocurría el chaqu, es decir, lo rodeaban por todas partes como a vikuña, entonces el caballo ya estaba en batalla campal.