lunes, 8 de enero de 2007


Tempestad que cubre estos recuerdos con fuego que desangra la médula con versos/ Tempestad enredada por los confines de creta sin esencia de Dios ni idolatría/Tempestad y misterio que araña el arte con ojos nuevos.


MAGO DEL TIEMPO

Convertías la piedra en polvo
Cuando el deseo se ahogaba en tu piel

Mago del tiempo y del fuego
Conocedor de la indiferencia que mata el amor

Poseías los océanos en tu más estallante beso
Nadabas en muchos lugares a la vez
desapareciendo a voluntad

Una calandria se acercó entre la multitud a ti
Y entendió que amamos a quien no deberíamos

Cuando bebiste la magia de su elixir
Tuviste una visión nueva...

Fluías entregando plenamente todo tu ser
Y cierto día en agua te transformaste.



PACHAPA LAYQAN (MAGO DEL TIEMPO)

Qaraykipi munasqayki hiqipaptinmi
Rumita allpayachiq kanki

Pachapa, ninapa layqan
Runapa kuyay wañuchiq rumi sunqun riqsiq

Aswan tuqyaq muchaynikipim quchakuna timpuq
Chayllam wampuq kanki may chaypipas
Munaynikipa kamachisqan chinkaq kanki.

Waranqantin runanmantam huk tuya
Qanman asuykurqa hinaspam mana kuyana
Kuyasqanchikta yacharqa

Hanpinpa layqanta upyaykuspam
Musuq mana qawasqaykita rikurqanki

Lliw kasqaykita quspam lluqllaranki
Hinaspa huk punchaw yakupi tikrakuranki.



ZAUBERER DER ZEIT (MAGO DEL TIEMPO)

Du hast Stein in Staub verwandelt
Als der Wunsch sich in deiner Haut vergrub

Zauberer der Zeit und des Feuers
Kenner der Gleichgültigkeit, die die Liebe tötet.

Du hast die Meere besessen in deinem wildesten Kuss
Du bist an vielen Orten gleichzeitig geschwommen
Und bist nach Belieben verschwunden

Eine Lerche näherte sich dir in der Menge
Und sie verstand, dass wir den liebten, den wir nicht lieben sollten

Als du den Zauber seines Elixiers getrunken hast
Überkam dich eine neue Vision…

Du sprühtest, hin gabst du dein ganzes Sein
Und eines Tages verwandeltest du dich in Wasser.



LUCERO

El otoño trae consigo algo de magia, quizá porque su brisa tiene aroma de roble añejo, o tal vez las hojas al crujir; al caminar sobre ellas nos hacen sentir crepúsculos. Y los frutos maduros avisen que vendrán semillas que ya pertenecen al futuro. Y los atardeceres nos recuerden que las olas del mar siguen siendo iguales a los que veíamos cuando niños.
Sebastián estaba sentado en la orilla de un río que bordeaba en silencio un viejo camino olvidado por los hombres, pero no por la memoria del tiempo; pensando cómo la naturaleza conserva intacta su sabiduría. La tarde caía lentamente en el prado que a lo lejos dejaba traer su aroma a tierra fresca .
-El otoño -se decía él- es demasiado joven para ser maduro y conserva aún detalles de cuando era primavera infantil. La alegría y la nostalgia van enlazados en el corazón humano.
Estaba enredado en sus pensamientos tratando de hilvanar el comienzo de todas sus historias; cuando, sin que él se diera cuenta, apareció una mujer joven sobre un alazán.
-Buenas tardes, ¿Qué hace usted por este camino solitario y peligroso?
-Buenas tardes, gracias por su amabilidad; Pues le cuento que me acompaña la naturaleza, el silbar del viento y no voy a ningún lugar específico, ya que estoy en todos al mismo instante.
-Creo que no le entendí bien ¿cómo es posible que esté en todos los lugares?
-Es sencillo, soy la memoria de los hombres.
-¿Es usted, Dios acaso? -contestó asustada.
-No, no soy Dios. Soy el Tiempo y hoy quise observar la belleza y el esplendor de la vida, sentado precisamente en esta zona que creía que todos habían olvidado.
-No le puedo creer, sólo quería tomar un atajo para llegar más rápido a casa y si es cierto, a ver dígame quién soy.
-Déjeme pensar. Claro ya recuerdo; eres Lucero, una mujer a quien le costó mucho salir de sus silencios interiores y presenciar el estruendo del mundo. Tiene un imposible amor, ama el mar y su mayor deseo era expresar sus pasiones a través de los colores....
-Pare señor, ya me di cuenta de quién es realmente.
-Como verás- dijo él sin inmutarse- soy tan viejo como la memoria de los humanos y tan joven como la naturaleza misma. Bueno, adiós; por su gentileza le concederé una larga vida y la fuerza necesaria para que pueda ser feliz.
Dicho esto, el Tiempo se levantó y empezó a caminar con paso ligero; perdiéndose en décimas de segundos en el infinito del horizonte. Lucero se quedó parada, atónita, viéndolo desaparecer. Pensó: qué extraño encontrarme con ese personaje sentado bajo la sombra de un viejo sauce, pues él podría hacer variar el curso mismo de la historia.
Seguía a galope, por el prado llenándose de imágenes. De pronto, una nube gris le dijo: -No confíes en el Tiempo, puede frustrar tus sueños-. Ella se detuvo de golpe y aterrada preguntó quién osaba increparle de ese modo -soy el Vacío- respondió la nube -he tomado esa forma para que pudieras verme.
Bajándose del caballo se sentó en la hierba confundida; el Vacío le dijo que en el fondo no había nada real, solo vanas ilusiones; que los hombres cabalgan por la vida sin saber por dónde van, llenos de esperanzas efímeras e ilusas que terminan en la nada -yo lo absorbo todo y nada dejo al azar.
Ella contestó que si eso fuera verdad, el hombre no hubiese alcanzado el nivel que hoy tiene; entonces, el Vacío dijo: -Es sólo apariencia. Los humanos siguen sus instintos, por ello son destructivos y egoístas. Pero eso sólo dura una fracción de tiempo, pues el Tiempo no es eterno, lo eterno y constante es el Vacío que al final lo borra todo. He vencido al Tiempo y todo lo que representa.
Lucero se quedó tan silenciosa que se escuchaba el tenue susurrar del viento y la cascada lejana del agua. Sintió romperse sus ilusiones y empezó a desvanecerse quedando tendida en la hierba, mientras cerraba lánguidamente sus ojos; en su mente trataba de atrapar con sus recuerdos fracciones de escenas de toda su existencia antes que el vacío la atrapase con sus redes.
El sol declinaba lentamente en el ocaso. La nube gris había desaparecido del cielo, llevándose lo que vino a buscar.