
Querida amiga Nora: Remiso como he sido hasta ahora, y durante muchos años, a publicar mis versos, casi siempre por imperativo de amigos, no he podido dejar de complacerte cuando me has pedido un poema inédito para tu blog.
En el número de este mes de la Revista Encuentro de la Cultura Cubana, que se edita en Madrid, en la que colaboro desde sus inicios, aparecerá mi poemario inédito íntegro Cartas no enviadas. Desde 1994 en que llegué a España como exiliado desde La Habana y la Editorial Betania dio a conocer Cuaderno de Antinoo, no he publicado poemario alguno aunque sí han aparecido, muy esporádicas, colaboraciones mías en revistas y antologías de España, Estados Unidos, Colombia Y otros países latinoamericanos.
Hace unos días, después de una sobremesa con buenos vinos y en compañía de nuestra amiga, la escritora española María Sangüesa, me hiciste reflexionar sobra la escritura y sus implicaciones. Ahora te respondo además con dos citas de autores clásicos, que quiero compartir contigo y tus lectores:
“Si yo escribo, ¿cómo lo recibirá la posteridad? Si un autor desde un principio teme decir algo que dura más allá de su propia vida y época, entonces, las cosas producidas por un espíritu tal serán necesariamente imperfectas y ciegas como abortos, no serán capaces de llegar a la perfección para asegurarse renombre en la posteridad.”
Longino (“Sobre lo sublime”, 14 y 30)
“Con que una vez algo haya sido puesto por escrito, las palabras ruedan por doquier, igual entre entendidos que como entre aquellos a los que no les importa en absoluto”
Platón (“Diálogos: Fedro” 274c-275e)
Es para mí un placer darte este poema inédito que en su día le dediqué a la gran poeta, también peruana como tú, Blanca Varela, cuando invitada por
NUEVAS CANCIONES DE ORFEO
A Blanca Varela.
Yo
Orfeo
Voy ciego y solo
Del fuego a la tiniebla
Del espanto al dolor
De la noche al cementerio
Del abismo al abismo del barro
Sin cuerpo
Sin alma
Palpando con mis manos
Los huesos de otros que ya han muerto muertos
Alabando al sol
Con cristal de labios rotos
Yo
Orfeo
Cantor de sombras
Hijo de sombras
Mendigo errante de las sombras
Busco a alguien entre brumas
Laberintos cuartos oscuros tinieblas
Preguntando qué es el amor
Dónde ha ido fuego fatuo
Qué silencio lo sepulta
Yo que me he mirado en sus temibles ojos
Que estuve alguna vez vivo
Únicamente en ellos
Espero a qué cruel lazarillo
Para guiarme entre ruinas
Y tenderme trampas
Dádiva de anhelos insepultos
Imposibles sueños
Dirán
Ahí va Orfeo
Antes brillante cantor
Virtuoso ejecutante de la cítara
Y el arpa de fiebre
El de la voz sublime
Ahora con lamentos
Aeda de lo Oscuro
Huésped del Hades
Príncipe de la soledad
Heredero del abandono
Y sólo las sombras
Saben que he amado
Qué hacer
Si el otros es ahora vacío
Cómo darle luz a la llama extinta
Con qué brisa alimentarla
Arrebatársela al hastío
Cuándo dónde por qué
Dije lo que no dije y sentí lo que sentí
Esculpir la estatua decapitada del amor
Esa mano cae
Ese rostro es ausencia
Y olvido en el mar de la noche
Arrastra cuerpos
A la orilla de qué playas
En el deseo
Todos mis navíos se hundieron
Sin brújula
Sin Norte
Los voy reconociendo
Sólo veo náufragos
Sobre la arena
Las bocas de los muertos
Dicen mi nombre
Están cantando mi canción
Han hecho suya mi voz
Los siento los oigo los palpo
La ceniza del infierno es ya mi adiós
Y ese himno
Que olvidarán los hombres
Cuerpos dormidos
En los embates de la memoria de la sangre
Los cuerpos de los que amé dónde están
Cuándo se fueron
En qué arpía ahogan su furia
Negando a los que en otro tiempo
Me dieron su sed bajo la lluvia
La nieve el fuego
Eran de hiel y rencor sus abrazos
Dónde has ido
Tú el esperado
Ahora que ya no intento retenerte
Despierto con sed
Con estos ojos de arena
Este rostro de madera carcomida
Y en mi alma el incorrupto diamante
Hallado en el desierto
Ilumina a Nadie
Hecho del crisol del carbón de mi destino.
Como pájaros huimos
Despavoridos sin mañana sin sueño
Sin vuelo ya ni aire
Flotando en la nada la tormenta
Es el ojo de un inmenso ciclón
Qué espanto
La cercana primavera.
Como inútil absurdo
Torpe pájaro sin vida
Hablo aún mientras
Desnudo desciendo a los infiernos
Al Hades que es la ausencia
Cada día
Cada instante
En que la estrella se apaga
En la baba del cíclope tuerto
Allí donde en silencio
Para siempre callarán
La voz
El canto
La palabra.
ALBERTO LAURO, (Holguin,Cuba, 1959). Poeta y escritor. Licenciado en Letras por